¿Frío o helado? El dilema de un amante del café
El café helado, esa bebida clásica y refrescante, se prepara caliente y luego se sirve con hielo. A medida que el calor abrasador golpea nuestras caras, buscamos este brebaje rico en cafeína para saciar nuestra sed. El agua caliente extrae los aceites y sabores del café, dando como resultado un sabor ácido y agudo que despierta los sentidos. Si tiene suerte, el barista agregará un chorrito de leche o crema para quitarle el sabor amargo.
Pero hay otra opción, una que está ganando popularidad y obteniendo seguidores leales. El brebaje frio. El proceso de preparación es simple: agua fría, café molido grueso y un poco de paciencia. El café molido se remoja en agua fría durante horas, hasta un día entero, lo que da como resultado un concentrado de café que es menos ácido, más suave y lleno de cafeína. Un sabor aterciopelado y a nuez que tienta la lengua.
Cuando se trata del contenido de cafeína, la cerveza fría gana sin dudas. Debido a su largo proceso de remojo, el concentrado de café resultante es rico en cafeína y tiene una potencia que el café helado no puede igualar. Sin embargo, el proceso de elaboración de la cerveza lleva mucho tiempo y se requiere paciencia. Pero, ¡oh, vale la pena!
¿Entonces cual es mejor? La respuesta está en tus papilas gustativas. Si está buscando ese sabor refrescante, picante y ácido, el café helado es su bebida. Pero, si está buscando un sabor más suave, menos ácido, con un mayor contenido de cafeína, entonces la cerveza fría es el camino a seguir.
Ya sea que elija café helado o cerveza fría, le espera un placer. Cada uno tiene su sabor y textura únicos que lo distinguen del otro. Entonces, elige y saborea cada sorbo, porque con el café, no hay elección equivocada.